- El hombre había retenido a 31 pasajeros de autobús en el puente Río-Niteroi, en Río de Janeiro.
“Fue necesario disparar”, dijo un portavoz de la Policía Militar. Culminaban así más de tres horas de tensión en el puente Río-Niteroi, en Río de Janeiro, Brasil, donde un francotirador acabó con la vida de un hombre que había secuestrado a 31 pasajeros de un autobús.
Minutos antes, el gobernador del estado de Rio, Wilson Witzel, había advertido a través de la red social Twitter que la prioridad absoluta era preservar la vida de los rehenes.
Para ese momento, el secuestrador había liberado a cuatro mujeres y dos hombres y la policía intentaba negociar con él por todos los medios posibles.
El autobús había salido minutos antes desde Sao Gonçalo, un suburbio violento y empobrecido que sólo está separado de Río de Janeiro por la Bahía de Guanabara.
El ente encargado de las negociaciones con el secuestrador fue la fuerza policial de élite conocida como BOPE. Mientras se traba de entablar diálogo con el hombre, un francotirador había sido apostado en los alrededores y el tráfico en el puente fue paralizado en ambas direcciones.
De acuerdo con lo declarado a TV Globo por un integrante de la policía de tránsito, el secuestrador no realizó ninguna petición concreta y supuestamente padecía de problemas psicológicos.
Uno de los rehenes liberados señaló por su parte el hombre no había mostrado signos de agresividad y se había mantenido bastante sereno.
Se dio a conocer que al momento del secuestro, el sujeto se había identificado como policía militar y amenazó con incendiar el autobús, sin expresar cuál era su propósito real.
En el instante en que la policía intentaba negociar, se escucharon los disparos, lo que luego provocó que la multitud presente en el lugar aplaudiera la acción.